Comentario
El magisterio europeo en América tuvo la doble vertiente que tenía la vanguardia en Europa: una línea racionalista y otra emocional, la lección del constructivismo y la surrealista.Para el desarrollo del arte norteamericano en la posguerra, no sólo el expresionismo abstracto, sino también la nueva abstracción de los años sesenta, hay dos figuras decisivas: Josef Albers y Hans Hofmann. Los dos, a través de sus enseñanzas transmitieron los logros de la vanguardia europea.Hans Hofmann (1880-1996) enseñaba en Nueva York, en la Liga de estudiantes de arte y en un par de escuelas privadas desde 1930. Nacido en Baviera y pasado por París entre 1904 y 1914, aprendió de Matisse -también de Picasso, Gris y Braque- y llevó al otro lado del Atlántico el lado decorativo de éstos. Su magisterio y la escuela de arte que fundó en Massachusetts en 1934, Provincetown, fueron importantes para los que hacían pintura abstracta en los años treinta y para la formación del expresionismo abstracto. Abierto a los cambios y capaz de unirse a la generación más joven con sesenta años, expuso en 1944 en la galería de Peggy Guggenheim.Josef Albers (1888-1969), un alemán cosmopolita procedente de la Bauhaus, donde había sido estudiante y profesor a lo largo de trece años, fue uno de los primeros en emigrar a América y dio clases en el Black Mountain College, en Carolina. Albers quería enseñar a ver, "Quiero abrir los ojos", afirmaba, y su magisterio, con su interés por la geometría, el diseño y el color hicieron de él uno de los puntos de origen de la nueva abstracción americana.Para la lección surrealista había más maestros. Su situación en la capital de Estados Unidos era buena. Max Ernst era una especie de niño mimado por las señoras de la alta sociedad neoyorquina y también por los museos. Dalí formaba parte ya de la fauna de la ciudad, como un excéntrico al que se le toleraba todo. André Masson seguía fiel al automatismo psíquico que había traído de París y Roberto Matta, el más internacional de todos, despertaba el interés de otros artistas.En las obras de Masson (1896-1987), que estuvo en América entre 1940 y 1946, aparecen varias notas que son a la vez características del expresionismo abstracto. El era de todos los surrealistas el más gestual -el que mayor importancia concedía al gesto, a la acción de pintar-, uno de los más interesados por el automatismo psíquico, el que más atención prestaba a las calidades táctiles de la materia, como se vio en sus pinturas de arena y el más interesado también por el origen y la metamorfosis de las cosas. La técnica no le interesaba en especial; no era un fin, sólo un medio. En el principio -decía- está lo abstracto o lo informe, y su influencia fue decisiva para algunos artistas que ya podemos considerar norteamericanos, como Arshile Gorky.